Blogia
dorondon

Alejandro Kerenski en la Zaragoza de 1933

:

 

                       

 

 

            Uno de los personajes más relevantes de la historia europea en el primer tercio del siglo XX, ha sido Alejandro Kerensky, por su protagonismo en los primeros momentos de la revolución rusa. Si su actuación hubiera sido otra, la historia de Rusia hubiera seguido otros derroteros, y con ello la historia mundial habría discurrido por otros rumbos, ya que la primera revolución socialista habría fracasado. No obstante la historia, pienso, debe tratar de contar y explicar lo que ocurrió, y no lo que hubiera ocurrido si no hubiera ocurrido lo que ocurrió. No quiero entrar en más detalles, sobre la importancia del personaje anteriormente mencionado, ya que es incuestionable.

El siguiente trabajo trata sobre la llegada de Alejandro Kerensky a Zaragoza, a primeros de mayo, el 4 de mayo, de 1933, con motivo de impartir una conferencia, en el teatro Principal, bajo el título de “La economía dirigida y el plan quinquenal en Rusia”.

El acontecimiento mereció la atención de los periódicos zaragozanos, tales como: “El Noticiero”, “La Voz de Aragón” y “Heraldo de Aragón”, no sólo reflejando la conferencia, sino también publicando editoriales sobre el porvenir del socialismo. Son unos momentos claves, tanto en la historia de España, ya que era el período social-azañista de la II República; y no digamos, en la historia mundial, acaba de llegar al poder Hitler en Alemania.

Me parece importante el documento, por las razones expresadas anteriormente. Pero pienso que lo es sobre todo por su contenido, y por los momentos claves en que se lleva a cabo, cuando estaba gobernando Stalin, tras suceder a Lenin. Lo que dice un testigo-protagonista importantísimo, como él, es de una trascendencia singular. Dicho todo lo cual, paso a reflejar la crónica del “Heraldo de Aragón”, por ser la más completa y explícita, y ser un documento histórico de primera magnitud. Primeramente el cronista hace una breve descripción de Kerensky y posteriormente se limita a reflejar el contenido de la conferencia. Esta es la crónica:

 

“Deslumbrado por la batería del escenario, la sala a oscuras, el conferenciante avanza, como torpemente, intentando penetrar con su aguda mirada en la penumbra del patio de butacas. Es Alejandro Kerensky el que tenemos a unos pasos de nosotros.

De 1917 recordábamos la fotografía de este revolucionario, jefe del Gobierno Provisional de la República rusa, que arrojó al zarismo. Era entonces Kerensky el gran tribuno del pueblo; abogado elocuente que, aun no llegado a la cuarentena- hoy tiene 52 años-, tenía arraigo bien ganado en el partido laborista. Apostura de gesto, imán de simpatía, fogosidad verbal...

El Kerensky real que se nos aparecía ayer en el escenario del teatro Principal conserva la viveza de unos ojos verdosos y pequeños que durante el discurso entrecerraba como para concretar la expresión de un pensamiento, exteriorizado en francés premioso, pero claro.

Más nada de ademán oratorio en su cuerpo robusto, pero cansado y vulgarmente trajeado. Voz de tono corriente, empleada en disertación más bien documentada que amena.

Selecto y escaso público le siguió, no obstante, sin fatiga, premiándole al final con aplausos de simpatía. La relevante figura histórica del conferenciante no logró reunir a más de un centenar de personas.

 

Vistos los prolegómenos, la conferencia tal como la refleja el corresponsal de “Heraldo de Aragón”, fue como sigue a continuación:

                       

                                   Democracia y Dictadura

 

“Comenzó mostrando las dos corrientes opuestas-democracia y dictadura- que se disputan hoy en Europa la eficiencia para salvar la crisis ordinaria porque pasa después de la guerra.

Hay muchas teorías-dice- sobre el origen de la crisis mundial, que no una crisis ordinaria de coyuntura, como otras tantas que ha presenciado la historia del capitalismo.

Es un fenómeno más hondo. Vivimos un momento en que todas las bases de la vida económica y mundial cambian, y se hace necesario apelar a nuevas fórmulas. He aquí, como el más reciente, el caso de Norteamérica, donde Mr. Roosveelt obtiene facultades dictatoriales para organizar un sistema de inflación dirigida. Hecho significativo en el país esencialmente capitalista, del que se deben deducir enseñanzas. La tendencia actual del capitalismo se orienta decididamente hacia una economía mundial dirigida.

 

                                   La experiencia rusa

 

Expuestas estas consideraciones, el señor Kerensky entra a examinar la experiencia rusa y el fracaso del famoso plan quinquenal. Se propone deducir las consecuencias desastrosas de la intensificación colectivista, que, contrariando a la ley económica y a la voluntad del país, ha sembrado hambre, miseria y revueltas en el territorio de la Unión Soviética.

A este propósito da lectura a párrafos de una carta, cuya autenticidad recalca, en la que se habla del hambre y de muertos por millares. Carta—dice—confirmada por viajeros venidos de Rusia.

Recuerda la noticia del fusilamiento de 35 altos funcionarios del Ministerio de Agricultura, a quienes se acusaba del desastre. Por lo tanto—comenta—hay un reconocimiento oficial del fracaso. Y añade: ¡Cómo pueden 35 hombres, ni 350, organizar el hambre en un país que produce si no mediasen causas más hondas¡ Hace pocos días huían de Rusia varios ingenieros americanos. Después de traspasar las fronteras declararon que no podían trabajar en un país, en el que los habitantes sufren hambre y son dominados por el terror.

La enormidad del fracaso del plan quinquenal hay que verla en la historia. Stalin ha hecho la segunda experiencia de comunismo integral; la primera fue de 1918 al 1920, en que Lenin quiso organizar el comunismo y suprimir la libertad económica en el campo. Y la consecuencia fue el hambre de 1921, durante el cual Hoover se reveló de nuevo, como el organizador de los socorros del mundo a Rusia.

Entonces las condiciones en que se movía el Gobierno eran peores que hoy. Tenía la guerra civil de los rusos blancos y verdes, ayudados por Inglaterra y Francia, que así luchaban activamente contra el Gobierno de Lenin, y Rusia estaba bloqueada por completo, obedeciendo la consigna del “cordón sanitario”, dada por Clemenceau. Entonces Lenin tuvo a quien culpar del enorme fracaso del primer plan de economía dirigida; a aquel período se le llama hoy comunismo de guerra.

 

                                   Nueva Política Económica (N.E.P)

 

En vista de aquel fracaso, proclamó Lenin en 1921 la N.E.P. (Nueva Política Económica). Suprimió la aplicación estricta del comunismo en el campo y dio una semilibertad económica al campesino, a la pequeña industria y al comercio rural, conservando, sin embargo, la gran industria metalúrgica, la banca, y las minas.

Este pequeño respiro dio resultados milagrosos: en el interregno:  en el interregno 1921-1927 se desarrolló otra vez la vida económica y se olvidó el hambre. Y la situación política se estabilizó.

Entre 1927 y 1928 se le ocurre a Stalin empezar la lucha otra vez contra el campo. Las condiciones exteriores eran admirables para su experiencia por los capitalistas extranjeros que (con su admirable y estúpida ceguera) acudieron con sus capitales y sus máquinas en socorro del dictador y de su experiencia.

Por tanto, por haber también cesado la guerra civil, toda la responsabilidad del nuevo desastre cae sobre la dictadura de Stalin, ya que tampoco tiene dificultades exteriores a que achacarlo.

El primitivo plan quinquenal estaba preparado por técnicos-especialistas y era muy razonable.

1.      Desarrollo armónico de la industria y la agricultura.

2.      Mejora de las condiciones de vida del trabajador y por tanto de su poder adquisitivo.

3.      Desarrollo de la gran industria y su mecanización; y standarización al estilo norteamericano.

¿Qué medios se emplearon para llevarlo a cabo?

 

                                   El plan quinquenal

 

            La primera condición del plan elaborado por los técnicos y el desarrollo de la riqueza de los agricultores, eran la base para la realización del plan, especialmente del tercer punto. El campo floreciente, el campesino bien comido y que trabaja “individualmente” en su campo, eran la base del primitivo plan quinquenal.

            Sólo al quinto año el 20% de los campos debía ser colectivizado. Y esta riqueza del campo era indirectamente la base de la industria, y de ella, y no de los créditos extranjeros había de salir la creación de nuevas riquezas, el aumento del bienestar y del poder de compra de los obreros.

            Este programa, impreso y repartido abundantemente por los agentes bolcheviques, no se ha realizado. ¿Por qué? Por la dictadura stalinista, por sus intereses políticos, por el empeño de mantener el comunismo integral. El Gobierno tiene miedo, pánico a que el campesinado rico pudiera más que ellos. En 1926, en plena paz política, los campesinos y los obreros daban señales de inquietud y pretendían moverse por su cuenta.

            Entonces, en el Polit-Bureau, se celebró una conferencia secreta por los miembros dirigentes del partido, y en ella Trostky dijo su célebre frase: “Los campesinos bien comidos, son los peores enemigos de nuestra dictadura.”

 

                                               Trostky y Stalin

 

            “O la capitulación ante las leyes económicas y de libertad del pueblo, o el hambre y la miseria obligatorios con nuestra dictadura.”

            En 1927, Stalin, luchando contra Trostky y su extrema izquierda, publicó esta frase para aumentar la enemistad contra Trostky y los suyos. Y consiguió desterrarlo, aunque poco después cumplió e hizo suyo aquel programa.

            En 1930 se procede a la implantación del segundo plan quinquenal por métodos terroristas. Colectivización forzosa y terrorista del 80% de las tierras, y especialmente de las productoras de trigo, porque allí estaba el campesino rico y su peor enemigo. Y allí se colectivizó, se expropió y se suprimió lo que hizo la primera revolución republicana, que había dado la tierra a los campesinos, la de marzo de 1917.

            Cientos de campesinos fusilados, y millares deportados a Siberia y los bosques de Mormousk,  a trabajos forzados, fueron la secuela inevitable de estas medidas. Los campesinos respondieron asesinando a millares a los agentes bolcheviques y matando las vacas, los caballos y los cerdos en una proporción del cuarenta y cinco por ciento.

             Hoy no hay en Rusia manteca, leche ni calzado, porque no hay ganado. Antes del plan quinquenal había 30 millones de caballos. Hoy sólo hay 2.500.000 de HP, en tractores, lo cual no equivale ni a 15 millones de caballos de carne; y por ello no hay cosechas, ni simientes y el hambre es día por día más atroz y será reconocido por los enviados extranjeros. Como resultado de esto la ruina de la agricultura y el exterminio de los campesinos como clase. Y por tanto, si se arruina la agricultura en un país que es agrícola en un ochenta por ciento ¿por qué medios va sostenerse la gran industria americanizada? Antes del plan quinquenal, el campo daba algún rendimiento al Estado, que subsidiaba la industria incipiente con 3, 4 y 5 mil millones de rublos oro. Pero ahora el Estado debe subsidiar también el campo, y como no obtienen oro, exportaba todo: trigo, huevos, a precios irrisorios, desconocidos en Europa, precios de “dumpings”; pero esto se ha terminado porque no hay nada que exportar ya. Y la llamada “dictadura del proletariado” ha dado por consecuencia una “explotación del proletariado ruso”, como nunca la ha habido en ningún país capitalista. Y se dirá, ¿cómo el pueblo está quieto y tranquilo ante esto?

            Se dice que acepta esta opresión. Claro. No hay elecciones, ni puede expresarse en contra de esto. Las únicas elecciones con todos los resortes del gobierno oprimiendo al pueblo, en noviembre de 1917 dieron resultados tan desastrosos para la dictadura comunista, que no llegó a alcanzar el tercio de los votos.

            Ahora pues, la lucha es entre el Gobierno y las masas campesinas y obreras: ¿cómo se consigue aquietar a éstos? Stalin dio el 4 de agosto de 1932 un decreto para defender la propiedad socializada, una de cuyas disposiciones era, fusilar a todo aquel a quien se encontrase trigo en los bolsillos.  Para probar que no exagera lee extractos de la prensa oficial, “El Diario Oficial del Ministerio de Agricultura del Bajo Volga”:

           
            “Robos sistemáticos del trigo por sus propios amos; si se corta, se arrancan las espigas”.

            “Se roba, se esconde en agujeros, en estercoleros, en ataúdes y en tumbas. ¡Lo escondían en tumbas¡

            “Se comienzan a organizar revueltas de campesinos, que son ahogadas en sangre. Y comienzan las luchas de guerrillas contra el Gobierno”.

 

            Se reconoce oficialmente la existencia de bandas armadas. En Rostok, sobre el Don, un diario local en enero de 1933, publica el decreto ordenando a todos los campesinos de tres villas, sus mujeres y sus hijos, en número de 45.000 son enviados a Siberia y a los bosques  de Mowmantk. Los periódicos oficiales de Moscou no se han atrevido a publicar este decreto.

            Lee una carta de RostoK: “Combates de varias horas, los revolucionarios mal equipados se dispersan; perecen ametrallados 2.400.  Muchos jóvenes recién vueltos del servicio militar y dirigidos por suboficiales, están entre los revolucionarios”. La destrucción sistemática y organizada ha revolucionado a los jóvenes. Y esto es muy interesante, porque la juventud, que se entusiasmó con el plan quinquenal, ahora ya no es incondicional. Jóvenes comunistas son adversarios abiertos del régimen de Stalin. Los acontecimientos son más fuertes que la propaganda; y la vida real cambia la psicología de la juventud y de los miembros del partido.

            Zinovieff, jefe del Kominter, dice:

 

            “Una fracción importante del partido se deja arrastrar por la idea de una retirada, de una reacción, de un alto en el camino”:

            Stalin, sin  embargo, en Leningrado dice que no se debe retroceder ante nada, aunque hubiera que echar algunos centenares de millares de afiliados del partido.

            ¿Y el obrero industrial? ¿Está contento y tranquilo? No: hay huelgas y luchas entre ellos  y el Gobierno  que quiere proletarizar a los campesinos. Pero la destrucción de la agricultura tiene como consecuencia la reducción en la industria. Y hay que reducir el número de los obreros de ésta. En Europa esto se llama paro obrero. En Rusia oficialmente no hay paro. ¿Por qué? Y es que para eliminar a los obreros, se les acusa de sabotear, de ser agentes de la burguesía ,contrarrevolucionarios... y se les licencia en masa sin pagarles y privándoles de la cartilla de alimentación. Un ejemplo: en una factoría metalúrgica de 2 millones de obreros, se licenció a 240.000, y no figuran como parados. Y aún estaba descontento Stalin con algunos directores de fábricas por no licenciar a más gente.

            La lucha es hoy, pues, entre el Gobierno y los obreros y los campesinos. Conclusión útil no sólo para Rusia, sino para el mundo entero; no se puede progresar aniquilando la libertad de las masas y no se puede fundar un régimen sobre la tiranía.

            Al terminar recibió el señor Kerensky una nutrida ovación”.

 

           

 

 

                        Cándido Marquesán Millán

0 comentarios